EN REALIDAD ESTO DEL AMOR NO TENÍA NINGUNA LÓGICA, se dijo a
sí mismo mientras la miraba. No había ninguna duda: la amaba. Lo que no lograba
entender era por qué a ella; por qué le sucedía eso a él, un hombre normal,
tranquilo, serio… Él imaginaba una vida como la de cualquier otro: tener novia,
acabar juntos la carrera, trabajar, casarse, tener hijos… Pero un día, él la
miró y ya no pudo desprender sus ojos de aquella mujer con tanta vida a
cuestas. Y ella le siguió sin titubear. Definitivamente, aquello no tenía
lógica. Pero bendito disparate, concluyó mientras una a una apagaba las
diecinueve velas.
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