martes, 3 de febrero de 2015

EL VALOR DE LAS PALABRAS

Interrumpo el ciclo de microrrelatos perdedores para dar mi opinión sobre uno de los temas tratados esta tarde en el programa La ventana de la Cadena Ser: la votación que ha habido en el Parlamento británico sobre la reforma de la ley de reproducción asistida.

En mi opinión el problema está en las palabras que utilizamos. Y no es un problema del lenguaje, sino del uso que hacemos de él.
Contaré una anécdota propia para explicarme mejor:

Cuando mi hijo mayor tenía seis años fui a su clase a hablar de la adopción. Empecé mi charla como lo hago siempre, apelando al sentido del humor:
-Ya me han dicho que vosotros ya sabéis que los niños nacen de las barrigas de... las mesas, -dije yo.
Todos los niños rieron al unísono mientras gritaban “noooo”.
-Entonces, ¿de quién? -Pregunté.
-De las barrigas de las mamás, dijeron ellos repitiendo lo aprendido en clase.
-Ah, pues... –empecé con cara de preocupación-, entonces... ¿yo quién soy?
-La mamá de Carlos –respondieron ellos en tono de “vaya pregunta más tonta”.
-No puede ser –insistí-, porque Carlos no ha estado en mi barriga.
Aquí empezaron las caras de interés, sorpresa, incredulidad..., mientras repetían que sí era su mamá.
Yo les pregunté:
-¿Qué hacen las mamás?
Y ellos empezaron a detallar las actividades de sus madres: nos dan de comer, nos duermen, nos cuidan cuando estamos enfermos, nos vigilan en el parque, nos ayudan con los deberes, nos riñen cuando nos portamos mal...
A cada cosa yo decía: “Ah, pues sí, eso sí lo hago” y ellos insistían: “Porque eres su mamá”.
-Ya lo entiendo –concluí-, lo que queréis decir es que los niños nacen de las barrigas de las mujeres.
-¡Eso! –dijeron ellos.
Yo seguí:
-Es que hay mujeres que pueden tener niños en la barriga, y pueden y saben ser mamás, otras mujeres pueden tener niños en la barrigas pero o no pueden o no saben ser mamás y otras que no pueden tener niños en la barriga pero sí saben y pueden ser mamás. Lo importante, es que todos los niños necesitan unos papás o unas mamás.

Cuento esto porque tenemos la costumbre de utilizar mal las palabras y en los libros de texto, por ejemplo, o en la escuela, cuando tratan el tema de la reproducción humana, suelen referirse a las mujeres como mamás o madres, depende de la edad del público al que se dirigen. Y los medios de comunicación repiten este patrón cada vez que hablan de la maternidad o la paternidad. Pero ya la sabiduría popular dice que “Madre no es la que pare sino la que cría” y esto ha sido así siempre. Por tanto, y dado que tenemos palabras para referirnos a todos los conceptos, utilicémoslas correctamente y así no nos llevaremos a engaño, no confundiremos términos y será más fácil entendernos.

Yo propongo un minidiccionario de términos:
Madre o padre son los que crían, educan y dan amor.
Engendradores son aquéllos que son capaces de engendrar un ser al que le transmiten su carga genética.
Gracias a los avances científicos, tenemos también:
Gestantes que son las mujeres que albergan el embrión primero y feto después, en su útero.
Donantes, aquéllos que donan una parte de sí mismos para que otros puedan vivir.

Y, supongo que podríamos ir ampliando la lista de palabras para utilizarlas en el contexto adecuado. Evitaríamos problemas, confusiones, incomprensión y dolor, porque no hay nada que duela más que una palabra mal dicha.


¿PERO NO HABÍA NADIE DE TU EDAD?

EN REALIDAD ESTO DEL AMOR NO TENÍA NINGUNA LÓGICA. Ellos eran la prueba evidente. Acababan de acostar a los niños y, por fin, podían disfrutar de su pequeño placer diario. Se miraron sonrientes, se besaron tiernamente y fueron a la cocina. Descorcharon una botella de vino y brindaron “Por muchos más”. Hablaron del principio, cuando nadie creía en ellos, cuando ella le esperaba en la esquina de la facultad, cuando se miraban en los escaparates para mirarse en ojos ajenos y averiguar si la diferencia era muy evidente.  Había que reconocerlo: no era lógico, ni lo que nadie habría imaginado, pero era el amor desbaratándolo todo. Sonrieron, bendito disparate.