¿Quién no recuerda “Curita
sana / curita sana / si no te curas hoy
/ te curarás mañana” en cualquiera de sus variantes? Esa retahíla infantil,
acompañada por unas caricias y seguida de un beso, tiene el poder de curar todo
dolor físico infantil.
¿Cuántos hemos salido del pozo de la tristeza o de la
melancolía al escuchar un “Te quiero”?
¿Cuántos hemos recuperado nuestra autoestima alcanzando lo
que minutos antes creíamos inalcanzable tras escuchar un “Tú puedes”?
Las palabras curan, tienen el poder de cambiar nuestro
ánimo, de hacernos sentir, de humanizarnos y humanizar al otro. Las palabras
también pueden unirnos y sanar esta sociedad que, evidentemente, está enferma.
¿Sabéis qué palabras echo de menos? “Lo siento” o “Perdón”.
Son palabras que racaneamos y, sin embargo, son, para el alma, lo que el “Curita
sana” es para el cuerpo. No hay dolor del alma que se resista a un “Perdón”
dicho con el corazón, ¿por qué, entonces, escatimarlo?