lunes, 22 de febrero de 2016

INCITACIÓN AL ODIO Y ENALTECIMIENTO DEL TERRORISMO (3ª parte)

      Dejando al margen, durante un momento, que se trataba de una representación teatral y que no logro entender por qué puñetas me tengo que creer a pies juntillas todo lo que allí se diga ni mucho menos dejarme convencer por nada de lo que diga un muñeco, estos delitos me han resultado inquietantes.
      El primero de ellos resulta tan abstracto que me fui a la ley a ver si me lo aclaraba y no. ¿Qué diantres significa incitación al odio? Me parece un delito puesto ahí de manera capciosa. Una especie de cajón de sastre en el que puedo meter al que me caiga mal.
       Porque digo yo, para que haya incitación al odio debe haber dos ¿no? El que incita y el que se deja incitar, y si nadie se deja incitar, ¿qué importancia tiene el incitador? Quiero decir, por mucho que alguien me diga que debo odiar a los melones, si no me da la gana odiarlos no tiene ninguna importancia lo que me digan, es lo que se llama predicar en el desierto. ¿Y te pueden encarcelar por predicar en el desierto? Y si decido odiar a los melones y los parto en rodajas con rabia y en tajos no uniformes y los dejo en el plato llenos de pepitas, seré yo la culpable del hecho, no el predicador.¿ O vamos a castigar sólo al incitador y no al tonto que ejecuta?
      ¿Y qué delito hay en odiar sin hacer mal a nadie? Yo puedo odiar encontrarme cagadas de perro por la calle, y puedo incluso hacer proselitismo y conseguir seguidores, pero mientras no nos dediquemos a recolectar las cagadas y lanzárselas a los señores que pasean a sus perros, ¿qué más da que nos provoquemos una úlcera con nuestro odio?
      Y respecto del segundo delito, ¿a qué tipo de terrorismo se refieren? Porque yo he oído a algunas personas ante un micrófono -no títeres dentro de una representación teatral- enaltecer terrorismos que quizá podríamos definir como más domésticos y ni siquiera se las ha llamado al orden por un juez o un fiscal. Y estaremos de acuerdo todas las gentes de bien que los niños abusados por adultos viven en el terror que esos adultos han creado a su alrededor, así que supongo que justificar a esos adultos culpabilizando a las víctimas de provocarles también es enaltecimiento del terrorismo. Y lo mismo se podría decir de los mensajes voceados en algún que otro campo de fútbol para alabar la malinterpretada hombría de alguno.
      Ahora que lo pienso, también hay quien incita al odio a determinados colectivos (refugiados, homosexuales, mujeres que defienden sus derechos, formaciones políticas…) ante micrófonos y no son títeres y nunca han pasado una noche en el calabozo por hacerlo.
      Entonces, ¿debo entender que el problema no está en qué se dice sino en quién lo dice? Porque supongo yo que no habrá terrorismos de primera y terrorismos de segunda, ni odios más importantes que otros. Y si el problema radica en quién lo dice, entonces, ¿el delito se comete sólo si se trata de ficción?
      Extraño país éste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario