viernes, 9 de septiembre de 2016

EPISODIOS DE UNA GUERRA INTERMINABLE de Almudena Grandes. MIS LECTURAS DE ESTE VERANO

      Hacía mucho tiempo que no leía LITERATURA, así, con mayúsculas. Y ojo, que novelas más o menos buenas o interesantes hay a porrillo y, para gustos, los colores. Pero para calificar una novela como LITERATURA se necesita mucho más que una historia interesante.
      Llevo mucho tiempo leyendo novelas que se venden muy bien, que tienen títulos que prometen, que cuentan historias interesantes y que utilizan a la perfección la técnica de las teleseries para enganchar al lector, pero en las que no encontraba ninguna sorpresa, ni siquiera el final, que era previsible desde el mismo planteamiento, y donde el autor o la autora no corre ningún riesgo. Son novelas con una estructura lineal y sencilla de planteamiento, nudo y desenlace, sin juegos estructurales o saltos en el espacio o el tiempo; con personajes que no evolucionan, que sólo están ahí y a los que sólo les ocurren cosas porque son el pretexto para que el autor pueda contarnos la historia que quería contar; en las que el autor rompe el pacto de verosimilitud con el lector, probablemente de manera inconsciente, porque ni siquiera se plantea que lo que nos cuenta no es creíble o es radicalmente imposible, porque le da igual que no lo sea ya que sólo es un elemento secundario para la gran historia que nos quiere contar. Reconozco que esto último me resulta insoportable, me parece una falta de respeto y me cabrea sobremanera.
      Nada de esto ocurre en cada una de las tres novelas que, por ahora, componen los Episodios de una Guerra Interminable y, ni siquiera, en las tres novelas en conjunto. El relato se teje con un cuidado exquisito; el trabajo de documentación es impecable, de manera que en cada novela se plantea una escena sobre el periodo correspondiente a la guerra civil española y a la posguerra, que nos permite asistir a esa parte de nuestra historia que no nos han contado; los personajes toman decisiones basadas en su experiencia vital, aprenden y evolucionan, y lo que más me ha gustado, algunos de ellos saltan de una novela a otra, tanto para que entendamos su trayectoria vital como para que las escenas individuales encajen a la perfección en el gran cuadro que la autora quiere mostrarnos sobre ese periodo y así podamos asistir a todo un despliegue de una realidad que, hasta ahora, había permanecido oculta pero que, a través del gran relato, podemos ir desentrañando.  Está tan bien tejido este relato que todo en él tiene un por qué y un para qué.
      Yo llegué a los Episodios de una Guerra Interminable casi por casualidad. Escuché a Almudena Grandes en una entrevista sobre Las tres bodas de Manolita y me entró mucha curiosidad por saber más de esta guerra de la que casi no se habla. En realidad, quería saber aquello que nunca nos han contado pero que subyacía en las conversaciones en voz baja y entre adultos, que apenas intuíamos los niños y que encerraban a familiares y amigos en un halo de misterio. Me llevó a leerlos el mismo interés que, a pesar del castigo, no consiguió erradicar aquella profesora que tuve a los tres años y que un día comenzó a hablarnos de Dios y los angelitos y a la que interrumpí diciéndole: “Mire, seño, yo es que de Dios y de los ángeles ya me lo sé todo porque me lo cuenta mi abuelita; hábleme, por favor, del demonio porque de ése no me cuentan nada y parece interesante”. Pues eso, siempre he sabido que había mucho que no se contaba y, por fin, alguien parecía querer hablar de ello.
      Tuve suerte y los Reyes Magos me trajeron los libros, pero no el tiempo para leerlos, así que tuvieron que esperar al verano.
      Reconozco que leí Inés y la alegría con una mezcla de sorpresa y expectación. Era evidente que lo que tenía en mis manos no era una novela cualquiera. Me reconocí en las alusiones a la historia y a la Historia; disfruté comprobando (sí, sé que soy muy tiquismiquis) que la Historia que se me contaba se correspondía con lo ocurrido, para ello leía con san Google a mano; me gustó mucho la historia, su planteamiento y su verosimilitud; me alegré al encontrarme con una estructura compleja y con una autora que corría riesgos.
      Devoré El lector de Julio Verne. Su historia me cautivó desde el primer momento y no podía soltar el libro. No sabía nada de la Historia en la que se ambienta la historia así que aprendí mucho y seguí comprobando que podía fiarme de Almudena Grandes. Comencé a comprobar que no estaba asistiendo a escenas sueltas sino a retazos de un gran tapiz en el que podría encontrar a la España oculta y silenciada y que esos retazos encajaban a la perfección. Y, por supuesto, el final. No desvelaré nada pero sí diré que es un gran final.
      Las tres bodas de Manolita fue la novela que me hizo decidir escribir esta reseña y agradecerle a la autora el buen rato que me había hecho pasar con su buen hacer. En ella una comprueba cómo las piezas del tapiz encajan pero no sólo para descubrir eso que también ocurrió, sino para que esos personajes que parecen secundarios cobren fuerza, para que sepamos por qué estaban ahí y por qué actuaron de esa manera. Es sencillamente genial la construcción de los personajes, su evolución los hace creíbles, humanos, cercanos… Y de nuevo el final.
      Pero claro, es que una NOVELA no se teje en cuatro días.
      Gracias Almudena Grandes por asumir el reto, por asumir los riesgos, por hacer LITERATURA y por hacernos disfrutar.

2 comentarios:

  1. Estupenda reseña, pero...

    ¿Una guerra de la que no se habla?
    ¿Lo que no nos han contado?
    ¿España silenciada?

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  2. Hola Quique:
    Me refería a que la historia de mis planes de estudio acababa justo antes de la Segunda República; a que de la guerra civil sabía por las conversaciones que de pequeña oía en las comidas familiares, pero siempre flotaba la versión heredada del franquismo, porque la otra, se ocultaba por miedo. Hoy, afortunadamente esto ha cambiado y ya se habla -y sobre todo. se escribe- sobre este periodo y hoy podemos escuchar voces que nos cuentan cómo vivieron los que fueron represaliados.
    Me refería a eso.
    Un beso.

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